La renovación de ventanas es una inversión importante en una vivienda y, con frecuencia, surge la pregunta: ¿mejor aluminio o PVC? La decisión no depende únicamente del precio, sino también de factores como la eficiencia energética, el mantenimiento, el impacto estético y la durabilidad.
Eficiencia térmica y acústica
El PVC, por su estructura de polímero termoplástico, es un aislante natural, las ventanas de PVC pueden alcanzar valores de transmitancia térmica muy bajos, incluso de 0,8 W/(m²·K), lo que asegura un confort térmico sobresaliente tanto en invierno como en verano. Gracias a su triple acristalamiento y sus perfiles multicámara, reducen hasta un 50 % el consumo energético, traduciéndose en un ahorro económico significativo.
En el caso las ventanas de aluminio, material metálico de alta conductividad térmica, el reto es mayor. Con sistemas de rotura de puente térmico (RPT) y ventanas con varias cámaras de aire o gas argón se logra un aislamiento comparable al estándar. El aluminio anodizado, además, aporta una notable mejora en aislamiento térmico y acústico gracias a su capa protectora.
Durabilidad, mantenimiento y estética
El aluminio destaca por su ligereza, resistencia a impactos y gran durabilidad, los perfiles de aluminio no se oxidan, son robustos y brindan seguridad antiintrusión. Sus líneas limpias y minimalistas permiten maximizar el acceso de luz natural, un factor clave en decoración moderna. Cuando el aluminio está anodizado, su resistencia al desgaste y la intemperie se intensifica, manteniendo un aspecto cuidado durante años incluso en ciudades contaminadas como Madrid .
El PVC, en cambio, sobresale por su casi nulo mantenimiento, no precisa pintura, barnizado ni tratamientos; basta con limpiarlo con agua y jabón para conservar su aspecto original, sus perfiles no se decoloran, no se agrietan y son resistentes a la humedad, lo que los hace ideales en zonas de lluvia frecuente.
Costes y retorno de inversión
En términos iniciales, el aluminio tradicional sigue siendo más económico, ya que su material y fabricación son menos costosos. El aluminio con RPT y acabados anodizados elevan su precio, situándose en la gama alta del mercado.
El PVC se presenta como una opción costo-efectiva: aunque su precio puede ser mayor que el del aluminio simple, el ahorro energético a largo plazo compensa con creces la inversión, especialmente en climas como el de Madrid. Existe la posibilidad de acceder a subvenciones por instalar ventanas eficientes incrementa su atractivo.
Más allá del material, conviene fijarse en detalles técnicos como el tipo de vidrio, el valor U, y si cuentan con RPT o doble/triple acristalamiento, factores que definan rendimiento real. La calidad de la instalación de la ventana según reconocidas marcas y la posible ayuda económica para renovaciones pueden inclinar la balanza.
La mejor ventana es aquella que combina inteligentemente material, tecnología, instalación experta y adecuación al entorno. Cada vivienda en Madrid o en cualquier otra ciudad encuentra en el aluminio o en el PVC una respuesta válida.